BIOMÚSICA
Mario Corradini ha desplegado una intensa actividad como músico e investigador de las propiedades terapéuticas del sonido. Ideó Biomúsica aplicando los resultados de dichas investigaciones y la desarrolló como una disciplina también válida para el trabajo sobre sì.
Inició su experiencia con docentes argentinos y en las comunidades para la recuperación de tóxico-dependientes en Roma, ampliando luego su trabajo a diversos ámbitos y países de Europa y América.
Durante su extensa trayectoria ha creado escuelas de formación, a través de las cuales promueve y coordina la difusión y la formación en Biomúsica.
El uso del sonido sobre el cuerpo, la emoción y la energía
A través del uso consciente de la voz y de la música, de ejercicios energéticos, actividades lúdicas y experiencias introspectivas, Biomúsica actúa sobre tres áreas interrelacionadas: el organismo, la emocionalidad y el campo bioenergético de la persona, aspectos inseparables en la construcción del bienestar.
Un poco de historia
“Comencé mis experiencias hace mucho tiempo, en Argentina, en la década de los ochenta, durante mi participación en los encuentros de ‘Educación por el arte’, organizados por docentes argentinos. Se hablaba, entonces, sobre la necesidad de buscar nuevos caminos pedagógicos para revitalizar la enseñanza escolar.
Los maestros de música observábamos que el obstáculo mayor para ello estaba en nosotros mismos. Nuestra rigidez, física y mental, alejaba a los alumnos y creaba barreras a la comunicación, más allá de cualquier método utilizado. Habiéndonos formado en los tiempos de la dictadura militar, habíamos introyectado en nosotros comportamientos rígidos y autoritarios que nos llevaban a la intolerancia hacia las nuevas propuestas y, por lo tanto, hacia el carácter evolutivo de la vida misma. Personalmente, me preguntaba en qué modo podíamos accionar sobre nuestras limitaciones.
Encontré algunas respuestas en los juegos de los niños.
Observando el modo en que su corporeidad se funde con sus emociones y sus pensamientos, escuchando las canciones con las que espontáneamente acompañan sus movimientos, estudiando las maneras con las que elaboran y re-elaboran el concepto de utilidad de los objetos (así como pueden transformar una escalera en una nave espacial), empecé a pensar que se podía articular una metodología basada sobre técnicas complementarias, usando la música como eje aglutinante.
Seguidamente, en base a mis conocimientos musicales, continué la búsqueda, encontrando otras respuestas en la música misma, en sus propiedades intrínsecas y en su capacidad de movilizar y emocionar. Profundizando los estudios, hipoticé que el sonido, correctamente dirigido sobre distintas zonas del cuerpo, podía actuar también sobre nuestra energía, concepto que se puede entrever en antiguas culturas. Después, tuve la oportunidad de confirmar en la práctica lo que los estudios y la intuición me decían.
Sonido, corporeidad, emocionalidad y bioenergía
En la siguiente etapa analicé los aspectos emocionales que surgen durante la audición de la música. Esto, junto a la información y la experiencia ya acumulada, me permitió definir un ‘mapa’ del cuerpo humano donde se enlazan las áreas corporales, los aspectos emocionales ligados a ellas y los sonidos que las influyen específicamente.
Al transferirme a Italia, en 1990, comencé a trabajar en el Centro Italiano de Solidaridad de Roma. Allí me fue permitido aplicar con éxito diversos ejercicios y experiencias que diseñé especialmente, como fruto de mis investigaciones. Yo había partido buscando nuevos caminos pedagógicos y llegado a un mundo complejo y nuevo para mí, una búsqueda que me llevó desde los docentes a los tóxico-dependientes.
Tenía entonces cuatro columnas en las que apoyarme: sonido, corporeidad, emocionalidad y bioenergía. Sin embargo, sentía que faltaba algo. Paralelamente, dentro de mí se formulaban las preguntas que todas las personas se hacen alguna vez en la vida: quienes somos, qué venimos a hacer aquí, cuál es el sentido de la vida…
Fue así que, a través de diversas experiencias personales y lecturas sobre el tema, concluí por establecer en mi pensamiento la importancia fundamental del aspecto evolutivo de la vida humana, la potencialidad innata del ser humano de crecer en su nivel de conciencia y la posibilidad de ampliar su percepción del mundo, cambiando así el nivel de su ser.
Fue entonces que el círculo pudo cerrarse: el sonido actuando sobre el triángulo cuerpo-emoción-energía, para estimular y ayudar al crecimiento personal. Esta es la síntesis operativa de Biomúsica.
Comencé a usar el método en distintas comunidades, centros asistenciales y en diversos grupos. Luego empecé a transmitir mis informaciones a varias personas interesadas en el tema y así fundamos la Escuela de Formación en varios países. Los mismos diplomados de nuestra escuela aplicaron y difundieron, a continuación, Biomúsica en distintas áreas sociales y, así, esta disciplina se propagó en el campo social, en el de la salud, la educación y en el desarrollo personal”.
OBRAS DE BIOMÚSICA
FORMACIÓN EN BIOMÚSICA
La formación como Operador en Biomúsica se desarrolla en un espacio de aprendizaje teórico-práctico con un fuerte acento en el desarrollo personal. Permite profundizar en el autoconocimiento, estimula la confianza, la integración y la creatividad.
Está dirigida a docentes, músicos, psicoterapeutas, musicoterapeutas, asistentes sociales, médicos, terapeutas ocupacionales, terapeutas holísticos, público en general. Además, está orientada a personas interesadas en su propio crecimiento personal, independientemente de su interés en aplicarlo de forma profesional.